Las luces de los focos de los grandes mitines de los partidos mayoritarios se han apagado, ya no hay cuñas en las radios, ni comandos de pegacarteles por las calles. La prima de riesgo de ZP, la niña de Rajoy y el niño de Blanco que va al colegio caro están durmiendo.
Ya no se pide el voto. Está prohibido.
Ahora le toca al ciudadano pensar, reflexionar.
Pensar si quiere que la política siga igual; si el domingo votará en contra de uno al que quiere echar o en contra de uno que no quiere que llegue. O si no votará o lo hará en blanco para castigar a no se sabe quien por que con ello lo que hace es dejar que otros decidan por él.
Es ese ciudadano que quiere que haya una ley electoral justa para que el ciudadano se sienta realmente representado y justamente tratado en su derecho al voto.
Es ese ciudadano que quiere que la justicia sea independiente de los poderes políticos y que realmente funcione.
Es ese ciudadano que no confía en los políticos por que tienen privilegios y prebendas que los alejan de la ciudadanía.
Es ese ciudadano preocupado por que sus hijos tengan una educación de calidad y equiparada en toda España de la misma manera.
Es ese ciudadano que está preocupado por el paro que sufre él o gente muy cercana a él. Que no entiende de economía pero que piensa que se están haciendo las cosas muy mal, por unos y por otros.
Es ese ciudadano cansado de que los nacionalistas vayan consiguiendo desmembrar el Estado hasta llegar a un momento en que la tarta ya no sea tarta.
Ese ciudadano está ahora reflexionando. Y a mí lo único que me queda por decirle es que su voto vale. Que #cadavotovale.
No hay comentarios:
Publicar un comentario