En política, lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno.

En política, lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno.
En política, lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno. (Konrad Adenauer)

martes, 19 de junio de 2012

CERTEZAS, PROBABILIDADES, FÍSICA CUÁNTICA Y UPyD



A principios de este siglo XXI, que ya avanza por su segunda década, pensadores norteamericanos rescataron el principio del premio Nobel alemán en Física (1932) Heisenberg que nos decía que resulta imposible conocer a la vez la posición y la cantidad de movimiento de una partícula, porque al medir una se altera la otra. Es uno de los fundamentos de la física cuántica. Sobre esta base la ciencia moderna nos dice que no podemos obtener certezas, sino sólo probabilidades, respecto de los fenómenos físicos, y que las conclusiones que se alcanzan sobre cualquiera de ellos dependen siempre del observador. La Física Cuántica es una manera de describir el mundo. Su campo de actuación es el de las partículas elementales, que se desenvuelven de manera misteriosa para la percepción ordinaria, ajenas a las leyes de los objetos físicos, dando lugar a diferentes interpretaciones. Este importante debate filosófico y científico se remonta al Siglo IV antes de Cristo, cuando Platón señaló, con el mito de la caverna, que no conocemos la realidad, sino las sombras que el mundo refleja en las paredes de la caverna en la que estamos encerrados.
La realidad, en definitiva, se reduce a la percepción y la percepción (a la que llamamos realidad) se forma por el efecto combinado de creencias, pensamientos y emociones.
Llegados a este punto del artículo, se preguntará el lector (si no ha abandonado ya la lectura) a donde quiero ir cuando lo habitual es que me dedique al análisis, comentario o propuesta en el campo político. Pues bien, estas iniciales reflexiones sobre el sentido de la percepción de la realidad, son plenamente aplicables a la observación del acontecer político más reciente en el ámbito nacional marcados por el desplome en la confianza que el ciudadano va experimentando sobre los dos partidos que en las últimas décadas han protagonizado la alternancia política, el PP y el PSOE.
Una certeza es el acusado descenso del Partido Popular en las encuestas sobre intención de voto no puede sorprender a nadie. ¿Cómo podría ocurrir otra cosa con un partido que hace lo contrario de lo prometido, que carece de un proyecto para España más allá de salir del paso y que todo lo que transmite es impotencia (“no queremos hacerlo, pero nos obligan”). Además, cuanto más se profundiza en las raíces de la crisis, más visible se hace la responsabilidad del PP en la situación que vivimos: condujeron al desastre a las cajas de ahorros que controlaban, derrocharon el dinero público en las comunidades y ayuntamientos que gobernaban y apoyaron reformas fracasadas del anterior gobierno.
Tampoco llama la atención que el PSOE sea incapaz de remontar incluso en medio del naufragio del PP. Los socialistas siguen incapacitados para hacer oposición toda vez que sólo aciertan cuando piden al Ejecutivo que tome medidas que ellos no tomaron cuando gobernaban. Al evitar la autocrítica, la renovación y la petición de disculpas, el Partido Socialista se mantiene de espaldas a la realidad, y por tanto sólo puede fingir que hace política.
Aun así, el desgaste de los dos partidos mayoritarios sólo puede producirse porque los ciudadanos perciben la existencia de alternativas. Según algunos sondeos recientes, Unión Progreso y Democracia obtendría cerca del 7% de los votos, un 45% más de lo que obtuvo en las generales del pasado 20 de noviembre. UPyD ha logrado mayor visibilidad desde que logró formar grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados, pero la visibilidad es un arma de doble filo: sólo ayuda al que hace un buen trabajo, mientras que hunde al que sólo sabe aportar ruido. Eso ofrece al ciudadano certezas y no probabilidades que terminen pervirtiendo lo expresado en las campañas electorales.
En lo que llevamos de legislatura UPyD ha apoyado medidas del Gobierno que encajan con sus planteamientos y se ha opuesto a las que no lo hacen, como la reforma laboral, las dos fallidas del sistema financiero o los recortes en Educación y Sanidad impuestos sin aplicar la tijera a lo superfluo. Ha planteado decenas de iniciativas, la reforma del modelo de Estado, la dación en pago, la custodia compartida o la ilegalización de los proetarras. Se mantiene fiel a su programa electoral, por coherencia y compromiso con los ciudadanos, y la realidad sigue poniendo de relieve el valor de sus propuestas. Tanto es así, que muchas son copiadas por dirigentes de los otros partidos, sobre todo cuando tienen la certeza de que no van a salir adelante.
En definitiva, y como dijo el propio Heisenberg, “las ideas no son responsables de lo que los hombres hacen de ellas". PP y PSOE ofrecieron buenas ideas en noviembre del año pasado en las elecciones generales (como todos), pero no eran certezas si no probabilidades que terminaron convirtiéndose en fraudes a sus electores.