En política, lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno.

En política, lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno.
En política, lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno. (Konrad Adenauer)

viernes, 11 de mayo de 2012

¿POR QUÉ VOTARÉ A PACO?

Tenía un texto largo preparado. Hablaba de las cosas que sé, de lo que he estado callando hasta ahora, de las cosas que no entiendo que pasen. Pero al final he decidido no ponerlo. Como alguien dijo, aunque ya sea un tópico, vale más lo que callo que lo digo. Prefiero dejar que sea la ilusión de este grupo la que hable. Porque quiero un Consejo Territorial de perfil alto.

EL REY QUE NO SE QUERÍA MOJAR (Versión libre de un cuento de Ema Wolf)

Hace muchísimo tiempo, cuando la guerra era un oficio de reyes, salían a pelear y volvían años más tarde, sucios y cansados. Esto le sucedió al rey Vigildo, que fue elegido por sus más fieles escuderos para ser rey, y que una mañana partió para la batalla. Regresó veinte años más tarde, cansado y dolorido. La reina Inés, que mantenía el tinglado del reino, abusando de los súbditos, sometiéndoles a todo tipo de ultrajes y pillerías, lo recibió con el baño pronto, pero cuando llegó el momento de bañarse, el rey no quiso saber nada. Todos quedaron petrificados ante la negativa. - ¿Cuál es el problema, Majestad?- preguntó el chambelán- ¿El agua está muy caliente, el jabón frío, la bañera muy profunda? - No, que no. Pero no me voy a bañar.- contestó el rey. No hubo manera de convencerlo. Intentaron forzarlo, pero hizo un gran escándalo. La reina intentó que al menos, se cambiara las medias. Era buena hora, luego de veinte años. Todos estaban intrigados y deseaban saber qué ocurría. Lo acosaron con preguntas durante días. Hasta que finalmente, el rey confesó: - Extraño el campo de batalla y extraño a mis compañeros de batalla, aquellos que me eligieron para ser rey. Estuve demasiado tiempo de guerra, me sentiría ridículo y aburrido dentro de una bañera. ¿Qué clase de rey guerrero sería? Más bien, parecería un guisante remojado. Sus compañeros de armas, aquellos que le habían aupado a ser rey, le invitaron al lago. Allí podría bañarse con ellos, vestirse con nuevas ropas guerreras y acometer hazañas pendientes y mejorar las condiciones de vida de sus súbditos. La familia se puso a buscar una solución, pues tenía interés en que Vigildo siguiera siendo rey bajo su tutela y vigilancia, por la fama que había alcanzado con la guerra, y no quería que los honestos compañeros del rey intervinieran en los asuntos de gobierno del reino. Al viejo chambelán se le ocurrió una buena idea. Mandaron fabricar una fortaleza, barcos, soldaditos y algunos dragones, para poner en la bañera del rey. Vigildo estaba encantado y no dudó en meterse al agua en la bañera que le habían preparado. Comandaba sus ejércitos de juguete a viva voz. Daba órdenes y planeaba estrategias, mientras su campo de batalla flotaba sobre el jabón. Mientras, aquéllos que le auparon a ser rey se vieron postrados y defraudados y la reina Irene, su familia y el chambelán siguieron haciendo de las suyas. Desde esa época, quedó la costumbre de colocar juguetes en la bañera, para que los niños tengan con qué entretenerse a la hora del baño, para que nunca se aburran.

martes, 8 de mayo de 2012

SIN PAN, PERO CON CIRCO

Posiblemente, este sea uno de mis artículos más impopulares, si por popular debemos entender a aquello que concita el interés y la preocupación mayoritaria de los ciudadanos. Escribo estas línea en esos días en que el primer y el segundo club de fútbol de la liga española han provocado una depresión colectiva al no haberse clasificado ninguno para la final de la Champions League. Uno de ellos ha conseguido ganar la liga española, oigo los coches pitar por las calles de mi ciudad por los que celebran dicho evento y en la televisión, la radio o la prensa escrita hay debates de gran altura posicionando a los españoles para que decidan entre los dos Pepes (Guardiola o Mouriño). Son los mismos días en que hemos conocido, por la encuesta de población activa, que en nuestra provincia el paro asciende ya hasta un trágico record del 36,37 por ciento, situándonos a la cabeza del país. Esperaba ansioso ver el mensaje que el partido que nos gobierna nos daba ese día, si es de esperanza, de proyectos, de planes de crecimiento para Cádiz, etc. Por ello estaba atento a la primera comparecencia de la diputada y alcaldesa, líder provincial sin duda, Teófila Martínez. Pero no es así; en su primera aparición pública, doña Teófila, se despacha con una extensa rueda de prensa dedicada al dueño o mandatario (que uno no sabe muy bien que título ostentan estos señores) del club de fútbol de la capital. Al parecer, este señor no está contento con los 700.000 euros que el Ayuntamiento le va a pagar como indemnización por haber construido una tribuna en el estadio con el dinero de los impuestos de todos y entrampando las arcas municipales per secula seculorum. Y lo que más me llama la atención es como la alcaldesa le espeta a este señor que no debe morder la mano del Ayuntamiento (supongo que por darle de comer como dice el refrán). Le avisa de que no se queje, de que no proteste, que lo tiene bien domesticado con el dinero público que le da y que “porqué no te callas.” Nada sobre el paro lacerante de Cádiz, nada sobre la situación de esta parte del sur de Europa donde las instituciones caritativas y de asistencia social no dan abasto ante la pobreza, lo que importa es que el cadismo agradezca a la salvadora del club amarillo sus denuedos y esfuerzos por mantener el espectáculo deportivo amarillo. Todo ello, cuando Cruz Roja informa que ha dado de comer a 47.000 gaditanos el año pasado. Y son los mismos días en que, parafraseando a San Ignacio, cada viernes el Consejo de Ministros trae su afán recortador, de ajuste, recaudador. Menos prestaciones sanitarias, copago, reducción de becas, de investigación, temas banales. Es verdad que tenemos un déficit insoportable, injustificable ante Bruselas, ante la Merkel. Pero también conocemos los datos del fraude o deuda fiscal consentidos por el Gobierno al fútbol profesional español. Son los técnicos de Hacienda, a través de su sindicato, los que cuestionan que se apliquen convenios con los clubs de fútbol sobre previsiones nada creíbles de ingresos basados en aspectos tan aleatorios como la marcha en las competiciones o que se clasifiquen para jugar en Europa. Hay una condescendencia hacia los clubes. Para obtener un aplazamiento a cualquier empresa se le pide que sus activos sean reales y que tengan una viabilidad futura. Los clubes presentan garantías como ingresos a costa de campeonatos que aún no se han celebrado o de ingresos futuros que nunca llegarán. Es el propio Ministerio de Hacienda el que esconde casi de manera vergonzante la deuda y los incumplimientos fiscales del fútbol. Hasta el mes de marzo no hemos conocido que la deuda total era de 752 millones de euros de los que 490 correspondían a Primera División, 184,1 a Segunda y 78,1 al resto de categorías. No es de extrañar que el presidente de un club de fútbol alemán se queje amargamente denunciando el dislate español cuando nos recuerda que Europa nos da cientos de millones de euros a España para salir de la crisis y luego a los clubes se les exime de pagar la deuda tributaria. Los emperadores romanos le regalaban a los súbditos trigo y entradas para los juegos circenses, el deporte profesional de la época, (carreras de carretas y otros) como forma de mantener al pueblo distraído de la política. Era el pan y el circo. Dos mil años después, la práctica de los gobernantes sigue siendo la misma, pero lo único que ahora queda es el circo. No hay pan, y menos, con tanto chorizo.